Los fertilizantes son una herramienta importante en la agricultura moderna para asegurar la salud y el crecimiento de los cultivos. Sin embargo, hay dos tipos principales de fertilizantes: los químicos y los orgánicos. Ambos tienen sus ventajas y desventajas, y en este artículo vamos a compararlos para ayudarte a decidir cuál es la mejor opción para tus cultivos.
Fertilizante químico
Los fertilizantes químicos son producidos industrialmente, esta es la gran diferencia cuando los comparamos con un fertilizante orgánico. Suelen contener altos niveles de nitrógeno, fósforo y potasio, elementos esenciales para el crecimiento de las plantas. El hecho de que estos fertilizantes se hayan producido de manera sintética genera una diferencia importante a la hora de relacionarse con las plantas que se pretenden nutrir. Explicado de una manera simple, al tener un origen sintético el fertilizante «no habla el mismo idioma» que la planta, habla un lenguaje molecular inorgánico. Por consiguiente la absorción de nutrientes es poco eficiente. Poniendo otro símil, es como si al alimentar a una persona tirásemos el 80% del alimento fuera de la boca esta persona, para alimentarla realmente necesitaremos mucha más comida que si introdujéramos el 100% del alimento en la boca. Algo similar ocurre con le fertilizante orgánico, al «hablar un lenguaje» no orgánico, para que la planta absorba los nutrientes contenidos en el fertilizante debemos aplicar una concentración muy alta de fertilizante ¿Y qué pasa con todo ese fertilizante que la planta no es capaz de absorber? Aquí viene el problema, el excedente de nutrientes que la planta no absorbe se queda o en el suelo, alterando el ecosistema, o acaba lixiviando hacia el subsuelo pudiendo contaminar acuíferos y balsas de agua subterráneas.

En otras palabras, el fertilizante químico es poco eficiente, por lo que para que las plantas se nutran hay que echar grandes cantidad. Estas grandes cantidades de químicos puede poner en riesgo el ecosistema del suelo o incluso contaminando aguas subterráneas.
Fertilizantes orgánicos
Por otro lado, los fertilizantes orgánicos son producidos a partir de materiales naturales, como residuos orgánicos o subproductos de procesos alimentarios. Estos fertilizantes sí «hablan el mismo lenguaje» que las plantas, el «lengua orgánico». Por consiguiente, la absorción de nutrientes por parte de la planta es mucho más eficiente, evitándose que queden en el suelo concentraciones elevadas de químicos que inhiban la actividad del suelo o puedan contamina acuíferos. Son una excelente opción para las y los agricultores que quieren mantener una producción sostenible y respetuosa con el medio ambiente, además de un medio para garantizar una producción de alimentos que no acabe por deteriorar el suelo.

En conclusión, a excepción de situaciones puntuales, a la hora de fertilizar nuestros cultivos es recomendable recurrir a los fertilizantes orgánicos. Estos mejoran la calidad del suelo a largo plazo, ya que enriquecen el suelo con nutrientes y microorganismos beneficiosos, evitando posibles contaminaciones de aguas subterráneas y potenciando un ecosistema suelo-cultivo sano y resistente a enfermedades.
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